miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Qué son los trasplantes?

El trasplante es un tratamiento médico complejo. Permite que órganos, tejidos o células de una persona pueda reemplazar órganos, tejidos o células enfermos de otra persona. En algunos casos esta acción sirve para salvarle la vida, en otros para mejorar la calidad de vida o ambas cosas. El primer trasplante fue de riñón en el Peter Bent Brigham Hospital en 1951. Las ventajas de un trasplante pueden ser muchas: la cura de una enfermedad, que es otra manera de hacer una terapia génica al paciente, que toda esta expresión génica esta bajo control y lo más importante, que el órgano, tejido o célula transplantadas no van a tener marcas de una enfermedad previa. De la misma manera, existen inconvenientes a tener en cuenta: existen problemas con el abastecimiento, podemos encontrar graves problemas de compatibilidad y rechazo, la cirugía y su monitorización pueden ser costosas y como en cualquier otro tipo de operación, podemos encontrar grandes probabilidades de infección.



¿Cuando se pueden realizar o se aconsejan?
En determinadas circunstancias, en general como consecuencia de enfermedades o accidentes, es posible perder la capacidad habitual que tienen los órganos de realizar funciones básicas para la vida. El corazón bombea la sangre, los pulmones la oxigenan, el hígado y los riñones la depuran. Al mismo tiempo, sintetizan hormonas. Todos ellos son indispensables para un correcto funcionamiento del organismo. Cuando sobreviene un trastorno importante que afecta el desempeño de algún órgano vital, es necesario un trasplante que permita sustituir las funciones del órgano dañado.



¿Cuáles son los trasplantes más comunes?
Los trasplantes más comunes son los de corazón, pulmón, hígado, riñón y páncreas, en lo que respecta a los órganos, y hueso, córnea, válvulas cardiacas, piel, pelo y uñas, en lo referente a tejidos. En cuanto a células, las más comúnmente trasplantadas son las del páncreas, las células madre de médula ósea y las células madre del cordón umbilical. También se han realizado con éxito trasplantes, totales o parciales, de intestinos, manos, córnea, cara, pene...



¿Qué es el rechazo?
Los organismos vivos están diseñados para defender su integridad física y bioquímica ante cualquier elemento extraño, como es el caso de un órgano trasplantado. Por ello reaccionan con un movimiento natural de defensa y rechazo. Para minimizar este efecto se tiene en cuenta la compatibilidad entre donante y receptor (el grupo sanguíneo, los genes implicados en el reconocimiento inmunológico) y, una vez realizada la operación, es necesario aplicar al paciente fármacos y tratamientos, con el problema de que el paciente pierde inmunidad.



¿Cuáles son los criterios por los que se decide para quien es un órgano que llega para ser transplantado?
Con el fin de garantizar los principios de igualdad y equidad los criterios se establecen teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales: aspectos territoriales y aspectos clínicos. Los criterios territoriales permiten que los órganos generados en una determinada área o zona, puedan trasplantarse en esa misma zona, para disminuir al máximo el tiempo de isquemia (que es el tiempo máximo que puede transcurrir entre la obtención del órgano y su implante en el receptor). En los criterios clínicos se contemplan la compatibilidad donante/receptor y la gravedad del paciente. Existe un criterio clínico que está por encima de los criterios territoriales, la “urgencia 0”. Un paciente en “urgencia 0” tiene prioridad absoluta en todo el territorio nacional. Si no hay “urgencia 0”, los órganos se asignan respetando los criterios territoriales. El equipo de trasplante decide, dentro de su lista de espera, qué paciente es el más indicado para recibir el órgano, siguiendo los criterios clínicos: compatibilidad del grupo sanguíneo, características antropométricas, la gravedad del paciente, etc.

Aunque lo ideal sería que todos pudiésemos donarnos entre todos, la realidad es que hay que cumplir determinadas características para ser receptor de un órgano: es cuando se empieza a hablar de la compatibilidad entre donante y receptor. Decir que dos personas son compatibles implica que tienen el mismo grupo sanguíneo y los “mismos” antígenos HLA (un tipo de anticuerpos que rodean a la célula y que hace que nuestro organismo no la vea como un cuerpo extraño, es decir, como a un intruso al que debe destruir). Decimos “mismos” porque solo los gemelos idénticos tiene los mismos anticuerpos HLA, por lo que lo que se trata de encontrar en estos casos, es la mayor similitud posible entre los del dónante y los del receptor. Una vez que somos compatibles a nivel clínico en ese sentido, hay que fijarse en otras características que favorecerán el éxito del injerto, como el tamaño del órgano o la edad de los pacientes. Así, un órgano de un adulto no se podrá trasplantar a un niño, ya que sus órganos son muchos más pequeños y viceversa.

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